En una de sus obras más tempranas «Canasta» (1994), a partir el uso del tríptico juega baloncesto con el sol devenido balón. El profuso uso del color, y la escala cromática en rojos resulta un potente llamado de atención para los receptores. Esta estrategia le sirve una vez más en «Silabismo» (2004), serie en la cual a partir de una técnica de su creación –el «silabismo fotocubierto»– crea un discurso visual a partir de una combinación de texto e imagen sobre una película fotográfica a color de 35 mm que se reproduce finalmente en papel fotográfico.

Por otra parte su proyecto «Estética X Genética» (2006) interviene en la realidad para representar algunos de los grandes relatos de la modernidad: el del deseo, el de la vanidad y el de la experiencia [vivencia], todos ellos vistos en clave irónica e irreverente, transgrediendo los límites que la tradición les ha impuesto.

Especialmente interesante resulta su serie Azul (2007) en la que el autor se inscribe en el nuevo fotodocumentalismo para hacernos partícipes de una controversial realidad: la vida en un pueblo dentro de las ruinas del central Humberto Álvarez, un espacio rural del que proviene el autor. Las imágenes, dramáticas sin necesidad de rebuscamientos, recrean escenarios abigarrados, denuncian el abandono y hablan claro por sí mismas. La narración fotográfica se convierte en un audaz testimonio de la propia vida.

Los contenidos sociales y culturales están muy presentes en su obra. Entre otras series aparecen Detritus (2007), Cuestiones de estado (2008), La mentirosa (2009) Leyendo el muro (2012), Los signos del cambio (2012), Historia de un gusano (2012) ySi(2015), esta última serie forma parte de su más reciente exposición en la  XII Bienal de La Habana.