José Manuel Fors: la fragmentación y la totalidad, dos caras de una misma moneda Yailuma Vázquez
José Manuel Fors (La Habana, 1956) es un fotógrafo cubano que desde finales de los ochenta irrumpió en el ámbito artístico nacional con una propuesta sui géneris para este contexto, lo que le permitió ser acreedor de la Distinción por la Cultura Nacional (1999) que otorga el Ministerio de Cultura.
En su obra destacan dos particularidades, una la técnica del collage que a partir de su propia fragmentación ofrece un panorama de la totalidad y otra el uso de la simetría, porque tal como pequeños mosaicos, sus obras están construidas a partir de tomas determinadas de objetos antiguos y desechados, los que han perdido completamente su valor y por una suerte de reivindicación son elevados en su trabajo a un estatuto artístico.
Pareciera que el género humano, una que vez que alcanzó cierto desarrollo, se vio condenado a desear la posesión de diversos objetos, los cuales una vez conseguidos dejaban de interesarle. La actualización que Fors le ofrece a estos objetos desechados le imprime a su fotografía un discurso poético. Nos peguntamos a quiénes pertenecieron, qué función realizaban, qué mano pudo sostenerlos –la aldaba, el cucharón, el sacacorchos, el pomo de la puerta, un tenedor, unas pinzas– ¿hasta dónde llegó su intrascendencia?
Algunos quizás, con un poco de esfuerzo, pudiéramos atar cabos sueltos y observar a aquella niña pequeña que amó profundamente a una muñeca, de la que solo queda una cabeza sin ojos. ¿Dónde estará aquella niña? ¿Dónde los personajes que deambulan por sus fotografías viejas? ¿Qué habrá sido de todos ellos? Estas preguntas, desde el punto de vista de las microhistorias, se complementan con otras de orden filósofo, más generales. Porque, en su afán de totalidad, la obra de José Manuel Fors se convierte en una metáfora del mundo, del universo incluso, en la que cada fragmento, aunque parezca independiente, funciona como un engranaje, está en el lugar que le corresponde. Particularmente, prefiero los grandes cuadros circulares que nos recuerdan que todo regresa una vez más, que todo, potencialmente, puede empezar de nuevo.
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